Recojo precipitadamente mis rotuladores y mis libretas. Llamo al ascensor y bajo de un salto las escaleras del portal.
Llego justo a la parada cuando acaba de arrancar el autobús, pero el chofer, lanzándome una mirada condescendiente se apiada de mi alma mortal y abre la puerta para que pueda entrar. Quizás influenciado por alguna lectura de autoayuda, esas que hablan del "Tempus fugit", valoró el tiempo que pasaría hasta que llegara el próximo autobús y abrió la puerta para mi alegría. Me acababa de regalar 10' de mi existencia. Como si el mismísimo Cronos estuviera en nómina de TUZSA. Los actos divinos muchas veces pasan desapercibidos.
Cuando llego cerca de la Plaza España me bajo y cojo al vuelo el tranvía. En apenas unos minutos llego al parque Grande, ahora de Labordeta. Allí ya me están esperando mis amigos, que contrariamente a su costumbre, no llegan con sus acostumbrados 20' de retraso, ya están allí, más que puntuales, inaudito.
Así que cuando me pregunta mis amiguetes: ¿Cómo estás?
No puedo responder de otra manera: Genial, hoy me han regalado 30'.
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