martes, 24 de septiembre de 2019

Pedaladas IV 2019


 
Ya ha arrancado el nuevo curso escolar. Ya nos lleva en volandas entre tanto pupitre y tanto nuevo propósito. Ya cae la hoja, se cierran las piscinas y el gazpacho ha dejado de estar en los menús del día.
Unos llorarán la marcha del verano y otros desempolvarán con disimulada alegría los jerséis y las chaquetas, que ocuparon estos meses el fondo del armario.
Winter is coming, sentenciaba aquel.
Ahí andamos, con mucho ajetreo, con bodas, con cenas y comidas familiares, con el peque creciendo de manera inusitada. Leyendo cuando se puede y también cuando no. Novedades en el trabajo, esperemos que para bien, que esto nunca se sabe. Pedaleando ya sabéis.
La cuesta de septiembre ya acaba y emprenderemos la "bajadica" hacia octubre, que ya nos llevará resbalando, resbalando hasta las mismas navidades.
Hay que ver las velocidades que cogen las cosas cuando no estás pendiente de ellas, cuando te dedicas a mirar el paisaje y haces otros planes.
¡Cómo me gustan las bodas! Una amiga de una muy amiga, dice que como no van a gustar si se bebe, se come y se baila con autentico desenfreno, sin medida, dándolo todo.
Me veo en las fotos y ya no veo un chaval. ¿Dónde quedó? Y sin embargo, si no hay espejos o fotos cerca que deshagan el encantamiento, aún siento la ilusión y las fuerzas de la juventud, la sorpresa, la sensación de que lo bueno viene ahora. La fe en el futuro y las ganas de cambiar las cosas. Un mundo mejor y un lugar donde el amor sea la moneda de cambio. Me creo capaz de mover montañas y ponerme el mundo por montera, pero ¡ay!, si alguno de estos artefactos nombrados me acerca una imagen de mi mismo, no me veo, no me reconozco, recuerdo a mi padre más joven incluso que ese yo reflejado.
¡Ay! Ese caer, ese resbalar, esos hilos del tiempo que pueblan mis sienes, esas arrugas en las comisuras de los ojos, esa vista cansada, ese ánimo polvoriento, ese traje pasado de moda.
Los zaguanes de nuestra existencia, que van quedando atrás.
Agachas la cabeza y recuerdas el poema de Miguel Labordeta:
 
 ¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.

(Fragmento de Retrospectivo inexistente)

viernes, 6 de septiembre de 2019

Si te vas, adios...




No lo repetiré más, que se va el verano, adiós muy buenas. Que fíjate tú, que buenos ratos en la playa, que si las vacaciones son el estado natural de hombre, que si esto y lo otro.
Ya está bien, se acabó, finito, que se va, pues que se vaya, que le vaya bonito. Que le vamos a hacer si no se quiere quedar, si no quiere hacer de nuestra vida un eterno veraneo, como nos lo prometíamos en la adolescencia, no seré yo el que se lo impida, el que lo intente retener. Que sepa que hay otras estaciones, y también tienen sus encantos, que me decís de las tibias tardes de otoño, rodeados de tonos ocres y luces cenitales, o de un invierno nevado, apretando entre las manos un café bien caliente y sobre las rodillas un mantita de felpa. O qué decir de cuando llega la primavera, cuando cantan lo pajaritos y el campo se viste de flores.
¡Te quieres ir, verano ingrato! ¡Con lo que te hemos alabado!¡Con lo que te hemos esperado!¡Con la de esperanzas que siempre depositamos en ti!¡Pues vete!
Sabes, ya no te necesitamos, ya estamos cansados de los mosquitos, de sudar, de no poder dormir por la noche, de las aglomeraciones en los lugares turísticos. Estamos deseando forrar los libros nuevos, volver a ver a nuestros amigos y compañeros, retomar nuestras clases de inglés, el gimnasio, la dieta.
Ya vale de tanta improvisación, de tanta anarquía, de tanta cerveza fresquita en el chiringuito, que vuelvan las verduritas por la noche, las legumbres a medio día, un cocido compartido con la familia, la RU-TI-NA. Los horarios encorsetados, las prisas, el  tráfico en la ciudad, los objetivos mensuales, el Budget del año que viene...
Si te has de marchar, marcha.
Aunque quizás, quizás, en el fondo, muy muy en el fondo, te echaremos de menos, y desde luego, vete, haz tu vida, sigue tu camino, pero por favor, por favor te lo pido, vuelve. No te olvides de volver cuanto toque.
Cuando regreses te estaremos esperando, con las mismas ganas que siempre, con nuevas ilusiones, con nuevos planes, con los brazos abiertos. Deseando, de nuevo, vivir aventuras bajo tu cálido manto estival. Perdernos en tus días, en tu sol protector.
Si ha de ser así, adiós, tú mismo, pero vuelve por Dios. Tomate tu tiempo, recupera tu espacio, reflexiona, lo que quiera que tengas que hacer, pero acuérdate de volver.
 

miércoles, 4 de septiembre de 2019

El final del verano llegó y tú partirás...



No hay nada más triste y más evocador del final de verano, que el último capítulo de Verano Azul, donde todos se despiden, rodeados de ausencias y recuerdos. Y ya para rematar, en el paroxismo de la depresión, cuando Julia coge el coche que la lleva a la gran ciudad, mientras se oye de fondo la canción "El final del verano" del Dúo Dinámico. Deprimente hasta el dolor.
 
 
Risto Mejide dice, que su generación, aún no ha superado el final de Verano Azul y tiene toda la razón.
Para más "Inri", estos últimos días de agosto, a medio día, han vuelto a reponer la serie más repetida de la historia de la televisión española, y mira por donde, volví a pillar el último capítulo, las despedidas de Javi, Quique y Bea, Desi, de Pancho, de Tito y el Piraña (Manolín),  y la depresiva y taciturna marcha de Julia. Zas en toda la boca, no tenía suficiente con haberme incorporado de mis vacaciones en Oropesa, para que me encuentre con semejante alegato del suicidio colectivo.
Nos vienen a decir que no acababa un verano, no,  acababa la vida como la conocíamos hasta entonces, acababa la infancia, la inocencia, lo bueno. A partir de aquí todo hacia abajo y sin frenos, a peor. Esos nos decían, los muy canallas, querían hacer sangre, dejar huella y vaya que lo lograron los muy sádicos.
Al menos a Mercero tenemos que agradecerle que no hubiera una segunda parte, que lo dejara ahí, en todo lo alto, para desgracia de nuestra nostalgia y gloria de nuestra memoria seriéfila.
Todavía, hoy, cuando cojo la bici silbo aquella sintonía.
 
 
 
 

Mis últimas lecturas del 2023 y primera del 2024

 Os traigo,  como ya es mi costumbre, mis últimas lecturas, las de finales del 2023 y estos dos primeros meses de  2024. Han sido bastantes ...