jueves, 24 de junio de 2021

La chica que lloraba ginebra.


 Hace un tiempo frecuentaba el blog llamado "Manual del bon vivant", con entradas realmente míticas. Firmaba su autor bajo el seudónimo del Guardian en el Centeno, hoy sabemos su verdadero nombre: Javier Aznar. Hoy ya no se puede acceder a ese blog que colgaba de ELLE y es una verdadera lástima.
He podido encontrar una de esas entradas y la traigo por aquí, titulada: La chica que lloraba ginebra. Huele a verano, a ginebra, sal y recuerdos.


Una noche se quedó mirando una playa.

Y empezó a hablar.

- A veces me da miedo olvidarme de mi padre. Y me enfado con mi memoria. Y ahora como pescado azul como una loca porque leí que el Omega 3 es bueno para la memoria. Ojalá tuviera tu memoria de elefante.

- Bueno, en realidad es un mito eso de que los elefantes tengan buena mem… –  traté de puntualizar yo.

- Cállate, merluzo.

Y señaló la playa.

Cuando era pequeña una vez fui en barco con mi padre y con mi hermana Patricia. Ella llevaba un bañador de Minnie bastante ridículo. Estaba muy morena. Negra. Siempre jugábamos a un juego llamado Tiburón. Mi padre paraba el 

barco, se tiraba al agua y nosotras nos quedábamos en el barco, en silencio, en tensión, y de repente emergía del agua por el sitio más inesperado. Mi hermana me agarraba fuerte hasta que se le ponían los dedos blancos. Esos segundos sin mi padre eran terroríficos.

Cuando volvíamos le pregunté a mi padre que cuánto me quería. Y no me llames cursi. Pero tenía obsesión por cuantificar las cosas. Me encantaba pensar que el discoThriller de Michael Jackson había vendido 40 millones y me imaginaba a todos los ciudadanos de España, a todos y cada uno de ellos, con un disco de Thriller en la mano. Cuantificar las cosas es importante.

Así que le pregunté:

- Si me cayera ahora al agua, ¿irías detrás?

- De cabeza

- ¿Aunque hubiera tiburones?

- Aunque hubiera tiburones

- ¿Aunque hubiera orcas asesinas?

- Aunque hubiera orcas asesinas.

No me debieron de resultar del todo satisfactorias estas respuestas así que pensé un rato y volví a la carga.

- ¿Y si alguien me secuestrara y me liberara solo si tuvieras que contar TODOS los granos de arena de esa playa?

- Los contaría.

- ¿Todos?

- Uno a uno

- ¿Aunque tardaras?

- Aunque me llevara toda la vida.

Y ya me quedé tranquila.

Ahora mi padre no está. Ya no saldremos en barco. Ya no jugaremos a Tiburón. Ya no saltará por mí si me caigo al agua con orcas asesinas. Pero las playa sigue ahí, intacta, con sus granos de arena. Y a veces se me borra algún gesto de su cara. O el olor de su jersey. Y me pongo nerviosa. Y me enfado. Pero entonces pienso en una playa y me tranquilizo. Porque me acuerdo de ese amor infinito que no borrará ni el tiempo, ni mar, ni el viento ni la lluvia.

Y no, no estoy llorando. Es ginebra esto que me sale por los ojos. He bebido demasiado.

Y yo quiero a alguien que me quiera así. Que cuente todos los granos de arena por mí.

A lo mejor te parece una tontería todo esto.


miércoles, 23 de junio de 2021

UN CONTRATO CON UNO MISMO

 


EL CONTRATO

YO, ME COMPROMETO:
A entrenar con la energía de un rayo, a salir a correr cuando la mayoría se meta en la cama, o cuando todos aún duerman.
Me comprometo a dar un paso adelante cuando el cuerpo me pida parar; a hacer de mi voluntad el músculo más fuerte de mi cuerpo.
A no dejarme vencer por la distancia, por el dolor, por el frío. A ser más fuerte que mis excusas.
a cambio, mi contrato dice que tengo derecho a rugir de alegría. A cubrirme de barro de pies a cabeza. A disfrutar como un niño.
A sentirme ligero como un pluma. Me da derecho a estar preparado para la vida. A compartir mi pasión con otros como yo, a sentir que formo parte de una tribu, de mi tribu.
A sentirme un privilegiado.
Y POR ELLO, FIRMO UN CONTRATO QUE VOY A CUMPLIR. UN CONTRATO CONMIGO MISMO.


martes, 22 de junio de 2021

PEDALADAS II 2021


 Ayer comenzó el verano, oficialmente. Ya está aquí, ya lo tenemos. Ha vuelto, mira que bien.

El día 26 nos desenmascarillan, al menos al aire libre. ¿Será ésto el principio del fin de cuando cambiaron nuestras vidas?¿Volveremos a vivir un confinamiento similar?

Estoy deseando ir a la playa. Aún no me he metido en el agua en esta temporada, ni piscina, ni playa, ni nada del estilo. Parece que de hace un par de meses a esta parte, pandemia a parte, mis días hayan entrado en una pulsión de espera. ¿De qué?...¿Lo sabes tú? Pues yo tampoco, pero esa es la sensación, esperar algo, detener todo, por un motivo u otro, no hacer nada, esperando.

Y cuando espero y entro en este tipo de situaciones, mi mente confabula, baraja planes, se proyecta sobre cosas: comprar una  moto, un apartamento, comenzar un gran viaje, dejarlo todo y huir a la Patagonia, cambiar de trabajo. Conspira, va por su cuenta, huye de la realidad, de la espera, del impasse, busca materializar algo, hacer algo, concretar, ponerse en marcha, empezar con un primer paso, aunque no sepa hacia donde o aunque luego tenga que rectificar el rumbo o asumir perdidas de todo tipo. Una mente en espera, es terreno abonado para que el diablo zurza. Y cuando el demonio teje, las ideas más inverosímiles se instalan en la cabeza y el hombre confundido, toma decisiones, que nunca se le habrían ocurrido en una existencia ocupada, aquello de ora et labora, para no dejar a la mente vagar y hacer hueco a esas ideas peregrinas, a esas "tocata y fuga". 

Siempre que llega un cambio de estación, me pilla con el pie cambiado, mirando por el retrovisor. Aunque este año aún acerté a hacer un cambio de armario a tiempo, para desprenderme de las prendas de abrigo en beneficio de las camisetas y las bermudas. El verano democratiza la vestimenta, nos une a todos en el proletariado del pantalón corto, no hay nada menos sofisticado que unas pantorrillas al aire, con las marcas de la goma del calcetín de ejecutivo. Nos volvemos todos un poco horteras y nos uniformamos con las colecciones de las populares tiendas de las grandes superficies, o nos enfundamos en camisetas de frases ingeniosas, iconos de los 80 o recuerdos de EGB, para convertirnos en uno más en esa riada de sudorosos turistas, que recorren los pueblos de interés o las playas de bandera azul. 

Ya llego tarde en la búsqueda de un apartamento, que nos traslade a la orilla del mar. Ya todo es feo o caro o las dos cosas. Buscaremos en nuestro interior... ya sabes,,, en el pueblo, o en la ciudad que nos vio crecer, la casa de los padres, de los parientes, donde al menos, dormir fresco por las noches. 

Siempre me digo, el próximo verano sí que me lo montaré bien, haré el viaje de mi vida, descubriré nuevos lugares, iré a Australia, a Canadá, a Philadelphia , al país de nunca más, del que nunca regresaré, me quedaré instalado en mi infancia, en mis recuerdos y las tierras lejanas que me recibirán con los brazos abierto. O me convertiré en Orellana y hollare con mis pes, caminos por los que nunca hubiera transitado el hombre blanco. 

El Covid-19 es una buena escusa, pero el tiempo pasa, y las coartadas se van acumulando y la gran aventura sigue sin llegar, vivir se torna urgente y yo aquí, sin ni siquiera saber donde pasaré mis vacaciones de agosto. 

lunes, 7 de junio de 2021

Mis lecturas del invierno-primavera 2020-2021.

 En estos meses, que definiré convulsos y soy generoso, he dedicado menos tiempo, de lo que me gustaría a leer. Para mi unas vacaciones ideales, concretando, un verano ideal, sería desde la hamaca de la playa con el libro, a la terracita con el libro, de nuevo a la hamaca y vuelta a la terracita, desgranando lecturas ligeras y/o profundas que te evadan de la arena que se cuela entre los dedos de tus pies, mientras escuchas de fondo el batir de la olas.


"Nunca hemos sido los guapos del barrio", de Javier León Herrera.

Cuatro décadas de historia, canciones y anécdotas del grupo más popular del pop-rock español, Hombres G. Fue mi primer concierto, en Teruel, allá por el verano de 1985 y uno de mis últimos, en Zaragoza octubre de 2015. 

Es un libro que te lleva a ora época, como el documental de Héroes del Silencio de Netflix. Esa realidad que te cuentan en el libro y que te relatan en el documental, ya no existe. Las mató el 4G, el Tic-toc, el ipad, y otros muchos elementos que hacen que aquello, solo pueda volver a darse en el terreno del recuerdo. Ni existe la Zaragoza de los Héroes, ni el Madrid de Hombres G. Ni sus fans viven las vidas que vivían cuando escuchaban sus primeros discos.

La música de Hombres G, me acompañó en mi adolescencia y buena parte de mi juventud. De ellos son algunos de los himnos que cantaba a voz en grito la generación X.

El libro es un recorrido por su historia, por sus hitos, por sus anécdotas y en cierto modo, es un poco también la historia de los que vivimos esos años, desde luego no de la manera alocada y exitosa de ellos, pero sí también  vivimos nuestra juventud y nuestras historietas. Quién no vistió en su día un Levis 501 o una sudadera de nudos o amarras. 

En resumen un libro que nos acerca a la historia de Hombres G, nos ayuda a conocer más a sus integrantes, gracias a eso, por ejemplo, David Summers, me cae mejor ahora que antes.

Una lectura que me ha trasladado a otra época, donde me hubiera gustado acompañarles en alguna de esas giras interminables o esos macro conciertos en Méjico. A mi me ha encantado y he disfrutado cada una de sus páginas, de sus recuerdos y sus fotos.

"Flashman a la conquista de Abisinia". George Mc Donald Frasser. Esta era una deuda pendiente. De las trece novelas que componen la colección completa las había leído todas, salvo este libro, que aguardaba en los anaqueles aún con su ligero celofán cubriéndolo. De nuevo ese antihéroe del imperio británico Victoriano, con sus grandes patillas, nos traslada al centro de la acción, de la que siempre, a pesar de ser un patán, sale de la mejor de las maneras, en este caso nada más y nada menos que al centro de África, en Abisinia. Estos libros nunca defraudan, lástima que su autor, Sir George no haya sobrevivido a su personaje y nos haya privado de más aventuras de este granuja. 



"Irse de casa", de Carmen Martín Gaite. Comencé a leer y no entendía nada, parecía que se daban cosas por supuestas en la historia, que ésta estaba algo incompleta. Pero, oh, milagrosamente, en el transcurrir de sus páginas, la novela se va ensamblando capítulo a capítulo, los personajes se van haciendo reconocibles, van interaccionando entre ellos de manera intermitente y al final, disfrutas con la escritura de esta descomunal Carmen Gaite.

Aquí algunas perlas de este libro, que tiene frases que parecen más poesía que otra cosa:

el tiempo comenzó a latir a tropezones

...se le cuajaba en una mirada de alta mar

...Estaba resbalando por la pendiente de un discurso rutinario...

Albergue de ídolos rotos...

La geografía del tiempo está surcado por caminos de memoria y grutas de olvido. En las grutas se esconde Amparo niña".


"Feria" de Ana Iris Simón. Esta novela llegó a mis manos por recomendación de Sergio del Molino, del que siempre digo que es un gran agitador cultural y hace brotar inquietudes y curiosidad por libros, series, pelis y demás. Bueno, pues una de esos comentarios que excitaron mi curiosidad, era el de este libro y la verdad es que no ha defraudado las expectativas puestas en él. De hecho os recomiendo encarecidamente su lectura, es una de las lecturas más frescas que he leído últimamente.

Dice cosas que todos hemos pensado en alguna ocasión. De hecho, le sacó los colores al mismísimo Sanchez, por mostrar una realidad de los jóvenes, de las parejas jóvenes que dista mucho de la versión oficial del ministerio de Igualdad y otras mamandurrias. Por supuesto, al discrepar del pensamiento único la pusieron de vuelta y media, pero es lo que hay, al que le ofenda la verdad ya sabe cuál es el remedio. Aquello de: "Tengo envidia de la vida que tenían nuestros padres"

Es una novela tierna, divertida, repleta de sentido común y de continuos guiños. Habla de sus padres con desparpajo y un cariño infinito. Los admira,  al igual que trae sus recuerdos de familia, de la "sede", la sala donde celebraban sus reuniones familiares. Dice de su padre que era un gran "relatista", que le enseño a mirar, que ellos vivían en los relatos. Habla de sus abuelos feriantes. De sus abuelas, María Cruz y María solo. De Simones, Bisuteros, de la familia postal, de creencias, de recuerdos, con un lenguajes de la tierra, de como comer bien una gachada, un caldereta. 

Nos traslada a la Mancha, al campo de Criptana, a su infancia, en cierto modos a la de tantos.

Lo dicho, no os la perdáis, está genial. Se me hizo muy corta.


"Llévame a casa" de Jesús Carrasco. Mi relación con este autor es de cierto amor/odio, amordio, porque escribe de maravilla, pero a veces me cuesta infinito, además el tema de este libro me echaba un poco para atrás, pero al final, un regalo me lo trajo hasta mí.

Esta novela también nos traslada a un mundo infantil, en alguno de esos lugares lejos de las grandes urbes, esos recuerdos de la vida en el pueblo. Vida que Juan, el protagonista abandona, por una existencia mediocre en Edimburgo, pero lejos de su padre y de las servidumbres de una limitada vida.

Muere el padre y debe volver a su entierro. Su hermana Isabel le hace responsable de los cuidados de su madre, con un comienzo de Alzeimer. 

No le queda más remedio que volver a la relación con los antiguos amigos, de retomar su trabajo en la fábrica de puertas de su padre, de volver a coger el pulso a una vida de la que pretendió huir, en cuanto se le brindó la ocasión.

La verdad es que toda está contado con una delicadeza, un cuidado y una maestría tremenda, donde vemos a través de los ojos de Juan y llegamos a sentirnos como lo hace él.

La verdad me ha gustado y desde luego Jesús Carrasco, tanto con esta novela como con las anteriores, ocupa un puesto más que relevante en la literatura actual.


Mis últimas lecturas del 2023 y primera del 2024

 Os traigo,  como ya es mi costumbre, mis últimas lecturas, las de finales del 2023 y estos dos primeros meses de  2024. Han sido bastantes ...