lunes, 22 de julio de 2013

PRETOR.

Quizás una de las formas de salir de la crisis, sea rescatar oficios y profesiones que desaparecieron con el tiempo, y que quizás hoy con algo de imaginación podríamos volver a poner en vigor.

 
Se me ocurre, desde hace ya unos días, que gracias a la magnífica iniciativa de nuestro amado alcalde, Juan Alberto Belloç, y su empeño en levantar las calles de la ciudad y crear durante unos cuantos meses una cicatriz de polvo y cemento en Zaragoza, para alborozo de los comerciantes y vecinos, podríamos traer uno de esos oficios olvidados.
Su tranvía, y el servicio que éste nos presta podría traer de nuevo el oficio, o el cargo de "Pretor". Desde luego, me temo que con diferentes atribuciones o cometidos del que tenía en la antigua Roma.
La moto que nos vendieron, y que desde luego algunos no compramos, fue que con el tranvía y todo ese estipendio de dinero, las obras y demás parafernalia, "la movilidad" del transporte público en Zaragoza iba a mejorar de 0 a 100, por eso los inconvenientes iniciales.
Como todas las promesas de los políticos, el resultado, de nuevo, es una enorme falacia.
Lejos de mejorar la movilidad en la ciudad, ha empeorado. El moverte en transporte público, además de encarecerse, se ha vuelto misión, cuasi imposible.
 
 
Se han reducido autobuses convencionales, los vagones, dos exactamente, del tranvía, a según que horas son a todas luces insuficientes, para toda la gente que se traslada desde Valdespartera al centro de Zaragoza. La frecuencia terrible, y en fin de semana peor, y si además el funcionamiento de estos tranvías deja algo que desear, por averías, accidentes e incidentes varios, nos vamos a una frecuencia de más de media hora. Un tiempo adecuado, en el mejor de los casos para llegar tarde y en el peor de los casos para quedarte en tierra y tener que esperar otra media hora si quieres coger el tranvía. Caso real, hace dos fines de semana, en la parada cercana al Parque Grande.
En conclusión, la realidad, un sistema de transporte, caro e ineficaz, con muchas carencias.
El chascarrillo, debemos de traer de nuevo la figura del "Pretor", para que en según que horarios, "prete", "apriete" y "achuche" al personal para hacer hueco en los vagones del tranvía y pueda subir la gente y llegar a sus destinos en tiempo y forma.
Con el tranvía y nuestro alcalde, reivindicamos recuperar a ese "Pretor", que nos "prete" en los vagones, para su correcta optimización.
Seguro que esto no es más que una estrategia, largamente estudiada por nuestro consistorio local, para traer de nuevo la grandeza de la antigua Roma, a pesar de que las últimas actuaciones a pie de las murallas romanas, la estatua del emperador y las ranas, a poco han estado por echar por tierra unos cuantos cientos años de historia.
¿Pero de dónde saldrá esta gente que decide y gobierna nuestros destinos?
 

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