Lo sé, me repito, los temas, las frases, los dichos, las referencias al paso del tiempo, las alegorías, las metáforas, se repiten cansinamente en mis entradas de "Pedaladas". Al final, siempre hablo de lo mismo o casi de lo mismo.
Quizás la explicación, la justificación, es que siempre nos rondan por la mente las mismas preocupaciones, las mismas reflexiones: el paso inexorable del tiempo, los grandes temas, la trascendencia del ser humano y su lugar en el mundo, las relaciones, la familia, saber reconocer lo importante de lo banal, el mundo que nos rodea y su evolución, la seguridad, bien sea propia o ajena.
Buscamos en la sabiduría arcana, en las fuentes de saber, leemos a pensadores ya fallecidos, revisamos la historia, la filosofía, buscando respuestas a las preguntas de siempre, a las que aparecen nuevas, incluso a aquellas que aún no se han formulado.
Estamos en una contínua búsqueda, nunca acabamos de encontrar sentido a todo, nunca acabamos de llenar todos los huecos, ni de cuadrar las respuestas. Mas bien, las que vamos encontrando se van deshaciendo en nuevos flecos, que nos llevan a nuevas búsquedas, nuevos mundos, nuevas incógnitas.
Los mapas se deshacen, se vuelven obsoletos, no reflejan la nueva realidad y andamos más tiempo perdidos que en el propio camino. A veces, tampoco tenemos claro, donde queremos ir.
Y de esta manera el viaje, se convierte en destino, el medio, en fin y sin darnos cuenta renunciamos a llegar a ningún lado, aspiramos a que el transitar no se haga penoso, incluso que encontremos refugio a la vera del camino, para ir parando cuando el polvo que levantamos nos nos deje ver el próximo paso, o cuando la mochila que cargamos se nos hace demasiado pesada. Aprovechamos para coger fuerzas, compartir un plato de comida casera, disfrutar de un breve descanso y a continuar.
Un paso detrás de otro, una pedalada tras otra, que la jornada se hagan llevadera, un mes detrás de otro, y así transcurre nuestra vida, con pequeñas treguas, consiguiendo algunos hitos, hoyando veredas nunca transitadas y en otras ocasiones autopistas abarrotadas de transeúntes,pasando por caminos muy conocidos y otros completamente nuevos.
Hacemos algún amigo, dejamos alguna huella, caminamos temporalmente al lado de alguien.
Llega el momento, en que sentimos que el camino que tenemos por delante es menor que el va quedando atrás, ese que ya nunca volveremos a pisar.
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