lunes, 31 de diciembre de 2018

Adiós 2018.



Llega la hora de la despedida. Apenas unas horas para decir adiós a 2.018. Para mi un año intenso. Con muchas novedades y con extraordinario y precioso cambio en mi vida. 
Ha sido un año fructífero, no he publicado un nuevo libro, ni he hecho una nueva exposición de pintura, tampoco he avanzado con la guitarra, pero ha sido el año de una de mis tres mejores obras: Santiago, Javier y Mario.
El próximo año viene con muchas novedades, la propia aventura de criar a un niño pequeño y vivir la adolescencia y la juventud de mis otros dos vástagos. También nuevos retos profesionales, más viajes, nuevas responsabilidades. Algunas de las cosas que venía haciendo hasta ahora se quedará algo relegadas únicamente por una cuestión de tiempo, pero ahí están latentes hasta su próxima activación. No renuncio a un próximo libro, una próxima exposición, más dibujos, más retos en la recreación histórica, pero tendrán que esperar a su momento. Sí que tengo como reto para este año llegar al mes de julio en perfecta forma física. He hecho en ese sentido un gran descubrimiento: el crossfit. Desde septiembre lo practico al menos un par de días a la semana y estoy encantado por sus resultados y por el propio sistema de entrenamiento, creo que me aporta muchas cosas y a lo largo del año 2019 va a ser una constante. Quiero retomar también el tema de las carreras, ya me he apuntado a la del Ebro  habrá algunas más, y quizás compartida con mi hijo Javier. El padel es otra de las cosas que no quiero dejar, al menos un partido a la semana. Este próximo 2019, el ejercicio ocupa un lugar prioritario en mi agenda.
Este final del 2018 ha venido plagado de sustos entre conocidos y familiares, hospitalizaciones, infartos. La vida nos recuerda que es efímera, que en cualquier momento Caronte te corta el cupón y cruzas la laguna Estigia sin decir ni mu. Así que esos toques en cabeza ajena han de reafirmar las ganas de vivir, de cuidarse, de crecer, de aprender, de que todos los días sean tan intensos como si fueran el último, de amar, de dejarse querer. Mi padre siempre despotrica de los años que terminan en 9, el próximo acaba en este número, pero confío y deseo, que sea éste el que rompa esa aciaga tradición. Por mi parte pondré todo lo posible para que así sea.
No me queda más que decir, salvo: Feliz año, mucha suerte, mucha felicidad, mucha salud y un fuerte abrazo para todos.
 
 

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