La vuelta al cole ya es una realidad. Para algunos temida e incluso odiada, para otros anhelada, todo en función de cómo nos va la feria. Ya estamos aquí, ya hemos vuelto... si alguna vez nos llegamos a marchar. Enteros, sanos y salvos, después de atravesar "territorio Gaboni".
Tiempo de listados, de metas, de nuevos retos y proyectos, de retomar actividades, de planificar. Para mi, hace muchos años, el inicio de curso era más importante que el año nuevo. Llevaba implícitos muchos más cambios, muchas más novedades. Ese ejercicio de planificación se volvía obligatorio. Cuando no había presupuestos anuales, ni cuentas de resultados, ni nuevos ejercicios fiscales. Era otra cosa. Otro mundo. Otras responsabilidades.
¿Qué preferiría?
La verdad, me quedaría con un poquito de ambas cosas. De hecho, para mi la vuelta de las vacaciones, son la ocasión perfecta para encarar nuevos proyectos, apuntarme al gimnasio, alguna actividad cultural, plantearme de nuevo mi nueva exposición, mi nuevo libro y también de ver como mis hijos, suben un nuevo escalón que les acerca a sus vidas adultas. Les pasa, como decía Sabina: ..."la bici de mi niñez se fue quedando sin frenos..."
El final del verano hace que superemos la cresta del año y ya todo sea cuesta abajo. Esto ya no hay quien lo pare, después del receso estival, de nuevo a las barricadas, a la lucha diaria.
¡¡Suerte camaradas!!
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