Llegar a Itaca fue tu misión,
tu porqué, tu tesón y tu empeño.
El sentido de tu existencia.
Lo que daba sentido a todo,
hasta a lo más terrible,
las voces de sirenas.
las tormentas y vendavales,
el viento golpeando las velas.
las pérdidas durante ese viaje.
Todo tenía su razón, su sentido.
Pero aquella Itaca ya no estaba.
Al menos no de la que partiste,
o no era como tu la recordabas.
Nadie te esperaba y nadie te recibió.
Tus cómos te llevaron a ese porqué,
un porqué, ahora, del todo inexistente.
Así que de nuevo a la mar,
para empezar un nuevo periplo,
un destino aún por encontrar.
Ahora estás de nuevo en camino,
con tus cómos y sin tus porqués.
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