Siempre me pasa que el verano me pilla con el pie cambiado, pero este año ya es la monda, de repente me veo en la playa, con el solete y celebrando la noche de San Juan y me pregunto: ¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí, si hace dos días era invierno, hacía frío y acababan de llegar los reyes magos?
Estos últimos meses, desde que empezó el año 2.014, han sido frenéticos. Vividos a tope, sin desperdiciar apenas un solo segundo, a manos llenas, con la máxima aquella que decía Gary Cooper: "Un hombre feliz es aquel que durante el día, por su trabajo, y a la noche, por su cansancio, no tiene tiempo de pensar en sus cosas."
Y así me ha ido llevando este 2.014, en volandas, hasta depositarme de nuevo en la orilla de este nuevo verano.
Un verano, que para inaugurarlo empezamos este domingo con la Quebrada del Cuervo, que ya me vale, no he montado nada en bici, ni para ir a por el pan, así que será cuestión de echarle testiculina y confiar en que la forma física de correr y nadar, me valga para esto y a sufrir, que para eso venimos a este valle de lágrimas.
No tengo demasiado claro que voy a hacer o no este verano, pero está claro que los planes improvisados son de excelentes resultados.
Así que de nuevo, again como dirían los british, aquí estamos en el borde de este verano del 2.014, con la mochila a la espalda, pero cada vez más ligera, y la bendita ilusión de comenzar algo nuevo.
Ya sabéis eternos comienzos, nuevos retos y nuevas ilusiones y el sol, que nos ayudará a sintetizar la vitamina D y a ponerle alas a nuestros pies y a nuestro corazón.
Eterno verano al sol (que cantaban los Rebeldes), allí vamos.
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