lunes, 28 de abril de 2014

Vacíos.

 
La vida está llena de presencias y de vacíos.
Las presencias son fundamentales, se hacen notar, y los vacíos son eso, vacíos, no existen, no están.
Hay vacíos que todo lo llenan, paradójicamente. A veces cuando buscas algo con la mirada y no lo encuentras, cuando no está, esa ausencia lo ocupa todo.
Dice un epitafio que no es más grande el que más espacio ocupa, si no el que más vacío deja.
Hay vacíos terribles, los hay que dan miedo, los hay que te dejan helado, también los hay que te dejan indiferente y los hay que son necesarios.
Pero aquellos que estremecen, que te agitan, a los que no eres capaz de mirar a los ojos, te arrastran a la nada, te anulan. Y es que hay vacíos que sabes que nunca serán cubiertos, y aprendes a caminar con esa ausencia, con ese hueco, como con un nudo en el estomago, con esa sensación de que algo falta, que algo no está completo.
Quizás la única manera de superar ese vacío, es que llegue otro mayor y lo envuelva y anule, como si un agujero negro se superpusiese a otro. Tragándose en su nada, aquellas ausencias que todo lo ocupan. 

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