viernes, 19 de junio de 2020

Mis lecturas del final de la primavera de 2.020



"Saber perder" de David Trueba. La novela está basada en cuatro personajes que soportan el peso narrativo. Cuatro personajes que desarrollan su propia historia y que a la vez interacciona entre ellos. Leandro, que cuida de su mujer enferma Aurora, en palabras del autor: "Tiempo, precisamente es lo que no tiene Leandro. Vive una época...cuando casi nada se construye y todo se derrumba". Santiago, el hijo de Leandro y sus cuitas con Pilar y Daniela. Ariel Burano joven promesa del fútbol argentino que viene a jugar en el principal equipo de la ciudad y que un día atropella a Sylvia, hija de Santiago y Pilar  y nieta de Leandro. Estos son los mimbres de esta grandísima novela. Trueba reivindica la maravillosa aventura de vivir. Me ha encantado, es una novela extensa, de más de 400 páginas, pero que te lleva. Muy buena. Me ha encantado el estilo narrativo, no hay un solo diálogo barrado en todo el texto. Me encanta como encara los personajes, la forma de contarlo. Sin duda muy recomendable.



"Un viejo que leía novelas de amor", de Luis Sepúlveda. Llegué a este autor, por mediación del blog: "el chico de la Consuelo", donde citaba y comentaba, los títulos del mismo, del cual no conocía nada. Por eso me he puesto a leer alguna cosa de él. La primera es ésta. Narra la búsqueda, en una perdida aldea amazónica, de un gran felino (un tigrillo) que ha matado a un americano. Es corta, ligera y me ha encantado. Directa y concisa, te lleva a aquella selva y a aquellas personas. Un viaje perfecto.


"La pintura como pasatiempo", del mismísimo Winston Churchill. Un libro diminuto, con las reflexiones del propio Churchill de la que fue una de sus mayores pasiones: la pintura. Le servía para desconectar y relajarse. Se aficionó tardíamente, antes de los cuarenta no había cogido un pincel, pero luego le acompañó el resto de su vida. Empezó en un momento muy complicado de su carrera, tras el desastre de Gallipolli. Le sirvió de vía de escape, para ordenar sus ideas y calmar su ánimo. Él la definía como una experiencia extraordinaria y muy enriquecedora.

 
Como curiosidad, recientemente se vendió uno de sus cuadros por una auténtica fortuna. Llegó a pintar más de quinientos. En algún blog de pintura, lo han alabado, diciendo que debería ser lectura obligatoria en todas las escuelas de arte. No llego a ese extremo, pero me ha gustado. Extremadamente breve, apenas cincuenta páginas y a la vez muy interesante. 


"El factor Churchill", de Boris Johnson. Mientras me espera en una estantería, una de la biografías más reciente de Winston Churchill, escrita por Andrew Robert, con más de 1.300 páginas, acometí por pura ansia viva, este libro, más ligero, escrito por el actual primer ministro británico, también todo un figura. Así que me despertaba la curiosidad por partida doble, por el personaje centro del mismo y por el personaje que escribe el libro, periodista que ha tenido una meteórica carrera política, pasando de ser alcalde de Londres y una de las figuras más prominentes a favor del brexit, a ser primer ministro.  En el libro retrata a un hombre, cuyas principales virtudes fueron la valentía, su incombustible presencia y su espíritu sin desánimo que le permitía resurgir cual ave Fenix de los reveses que tuvo, que no fueron pocos. Una persona que fue capaz de cambiar el rumbo de la cosas, con sus monstruos y sus miedos, sus grandezas y sus miserias, pero que siempre fue dueño de su paso por esta vida. Trabajador, prolífico, inquieto, nobel de literatura, un portento, todo corazón, todo acción. Desde luego que todo un ejemplo. Johson nos aproxima maravillosamente a la figura de este estadista, de este hombre de estado que fue protagonista de su tiempo. Magnífica lectura. El libro está plagado de anécdotas, citas (el libro de la pintura como pasatiempo, sin ir más lejos), con un estilo cercano, incluso en ocasiones con cierto compadreo. 



"La piel", de Sergio del Molino. Recién salido del horno y ayer anunciaba su autor que ya iban por la tercera edición. Sería ventajista y fácil decir aquello de que en este libro, su autor se deja la piel. O traer aquella figura, de que lo más profundo de algunos seres humanos es la propia piel. 


¿Como lo diría? Lo malo de los libros de Sergio, es que te los acabas, que los terminas demasiado pronto, te gustaría seguir degustando esas líneas llenas de guiños, referencias culturales, anécdotas y reflexiones. Siempre hace lo mismo, nos cuenta muchas cosas para realmente contarnos otra. La lectura de sus libros, siempre es un paseo de la mano por su mundo, en este caso por su piel y sus sensaciones. Por estas páginas pasa mucha gente, algunos muy conocidos. Me ha encantado encontrarme con Cindy Lauper y su "Girls just  want to have fun", un icono ochentero que descubrí con una cinta de casette grabada, que me mandaron desde USA, hace ya la friolera de 34 años. Siempre que le leo, me sumerjo en la narración y voy descubriendo referencias a otros libros, a otras películas y a otra música, sin que me despiste de esa mirada particular y bonachona de Sergio.  Me ha gustado mucho.

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