miércoles, 12 de julio de 2017

Pedaladas 2017.



- Hace un par de domingos volví a coger la bicicleta. Aunque es una constante en mis buenos propósitos del año nuevo el montar más sobre dos ruedas, llevaba la friolera de tres años sin cogerla. Así que como nunca es tarde para retomar las buenas costumbres este verano, volveré a disfrutar de los caminos y las veredas con mi bici y hablando de retomar cosas, retomo estas entradas que eran pensamientos fugaces, reflexiones al vuelo y que titulaba como "pedaladas".

- Hoy escuchaba a alguien decir: Nuestra amistad era un vínculo inmune a las ausencias. Hace poco cumplió años un amigo mío. Hace unos cuantos años, ya un porrón, lo celebrábamos en medio del monte, con una mezcla de whiskey y zumo de piña al que llamábamos "gominola". Es precisamente de esos amigos, donde las ausencias no nos separan un ápice. Recuerdo aquellas celebraciones bajo una tienda de campaña en medio de los Montes Universales y siento aquel frescor que se colaba por las faldas de aquella tienda. qué tiempos aquellos, qué jóvenes, qué ilusos, qué recuerdos.
 
- Este martes estuve en una reunión, que resultó ser algo subrealista, a alguno le tocó hacer el papelón de defender al ausente-presente en la misma. Si bien el discurso al dictado de susodicho individuo, no era especialmente  original, lo llevaba aprendido de carrerilla, con muchos golpes de pecho y exclamaciones hiperbólicas. Lo que más me llamaba la atención, era un tipo sentado a mi lado, que de soslayo me miraba. Me recordaba a esas enormes serpientes que miden a sus víctimas para comprobar si podrán engullirlas enteras. Me sentía observado, ponderado, sintiendo como evaluaban si era una presa fácil, correosa o si se podían atragantar conmigo. Una extraña sensación, sin ninguna duda.
 
- De repente, en mitad del verano, con las vacaciones aún lejanas, desconcertado entre las olas de calor y las bajadas extremas de temperaturas, tormentas, caos. No hay quien se aclare, ya ni el verano es verano.
 
- En estos días nos ha tocado despedirnos de familiares muy cercanos y queridos. Siempre es triste despedirse de quienes han estado presente en toda tu vida, de una manera u otra. La muerte se materializa, se muestra terrible, a veces olvidada, nos recuerda que está ahí, al acecho, esperando.  Me quedo con que sepa esperar su momento, que no se adelante, que no haga trampas, que respete el ciclo normal, que sea un acicate para vivir más intensamente los días que disfrutamos y que al final no sea tan terrible, sino un colofón, una liberación, un cierre perfecto, y tarde, lo más posible.
 
 
 

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