Nunca he estado en Arlés, pero cuando pueda he de pasar por allí, contemplar la noche estrellada, tomarme un café en esas terrazas nocturnas, pasear por sus calles y si es posible pasar la noche en una habitación sino más confortable, sí más lujosa que la que inmortalizó el pelirrojo Van Gogh.
Que una cosa es el arte y el impresionismo y otra ser un poco pardillo.
A mí también me deja atontado la pintura de Van Gogh, sobre todo por la enorme fuerza que desprende. Parece mentira que no vendiese un solo cuadro en su vida y hoy sea uno de los artistas más cotizados del mundo. Pero no me gusta porque sus cuadros sean carísimos, sino simplemente porque enamoran, porque te dejan colgado de una de esas estrellas, porque todos y cada uno de ellos son un pedazo de su alma atormentada...
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