Salvo desastre o especial dedicación, estás son, serán, las ultimas PEDALADAS del año 2024.
Me viene muchas veces a la mente aquella cita de Sabina: "La bici de mi niñez se fue quedando sin frenos...". Nos quedamos sin frenos ya para este 2024, entramos al 2025, desbocados, sin remedio. Ya empezaremos como dicen los jubilados, a decir aquello de un año más, o uno menos... según se mire. La botella siempre medio llena, salvo cuando ya va bien cumplida, que entonces hay que apurar los tragos, cada uno como si fuera el último.
Acabé hace poco la serie de Sorogoyen: "Los años nuevos". Me encantó. Había leído muchas criticas. Me había despertado curiosidad y la verdad, con sus cosas, que las tiene, está muy bien. Me gusta el estilo narrativo, esa elipsis narrativa que nos lleva al final de la nochevieja y el arranque del Año Nuevo. Durante diez años (diez capítulos), convivimos con un chico y una chica, en ese momento concreto del cambio de año y como van interactuando, como les va yendo, Al más puro estilo de "One Day". "Siempre el mismo día", la novela que he citado en este blog de David Nicholls de 2009 y que yo leí en 2017. En ese caso, es la historia de Emma y Dexter que se conocen la noche del 15 de julio de 1988 durante su fiesta de graduación y y les acompañaremos en esa misma fecha, lo próximos veinte años en que no dejan de pensar el uno en el otro, pero no terminan de tener esa vida conjunta que se merecen.
Que te pellizquen el corazoncito siempre viene bien. Te hace sentir vivo y pesar aquello de: "Confieso que he vivido".
Ya ha pasado la Nochebuena y Navidad y he podido compartir mesa, viandas y risas con mi familia más cercana, lástima que faltaba dos personitas, en ese elenco de afectos, pero es bien sabido, que en ocasiones, todo no puede ser. Me alimenté esa noche de cariño, de orgullo, de satisfacción, de amor, de esperanza, de confianza, de humor, de vida. Sali henchido, pleno. Bendita Navidad que nos da una escusa mas para estar tiempo juntos celebrando.
Llega ya, le esperemos o no el Año Nuevo. La grandeza del ser humano es que siempre puede empezar, siempre puede retomar, siempre, cada amanecer y cada nuevo año, son la promesa de algo mejor, de una oportunidad, de poder cambiar las cosas, mejorarlas o mantenerlas si así preferimos. Nos tiene que encontrar siempre con nuevo proyectos, nuevas ambiciones, aunque en el listado pongamos por enésima vez, mejorar idiomas, ir al gimnasio, o para aquellos que aplique: dejar de fumar.
Yo tengo ya mi lista y en breve por aquí también publicaré que me ha traído el 2024, recopilaciones de pensamientos, citas y cosas que he ido descubriendo este año y que formarán arte de mi bagaje, de mi persona.
Somos siempre personas en construcción y las vivencias, lecturas, anhelos y retos, son los ladrillos que nos van conformando, cambiándonos, consolidándonos, adornándonos y mejorándonos, para ser en cada momento como nos mostramos.
Así tras año, día tras día, generación tras generación, hasta que solo seamos un recuerdo, en una mensa de Navidad, en la que se sienten nuestros hijos y quizás, los hijos de ellos.
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