Tus hijos no son tus hijos
deseosa de si misma.
No vienen de ti,
sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues, ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellas, viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual,
tus hijos como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
sea para la felicidad.
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