Hace unas semanas, nos tronchábamos del kit de supervivencia. Mira que alarmistas, ya están con la matraca, nos quieren meter miedo, pero mira que exageraos, y venga y dale y de repente, a las 12:33 del lunes 28 de abril, con buen tiempo, sin tormentas, hacia final de la mañana, las luces se apagaron. Unas horas, en algunos sitios, unas cuantas horas en otros. Esas horas sin electricidad dieron lugar a miles de anécdotas, desde encerrados en ascensor, varados en mitad de la nada en un tren, de brazos cruzados en la oficina, a punto de empezar una cirugía, celebrando con botellines, etc.
Nadie podrá negar que fue un lunes diferente, inusual ¿Veremos más como éste? Algunos defienden que sí.
Los cisnes negros empiezan a ser fauna habitual de estos lares. Ahí tenemos la pandemia, la Filomena (a su pesar), la guerra en Ucrania, la Dana en Valencia, los robos de cobre que dejan paralizada la alta velocidad durante horas, "el apagón"(y lo que dicen que vendrán). La agenda 2030, que lleva escrita en los bordes: los ciberataques, los conflictos perennes, la piratería, el terrorismo, la inestabilidad geopolítica, los presidentes abusones, los cambios de regímenes, la inmigración descontrolada, la delincuencia, la subida de los partidos extremistas, la polarización de las clases económicas, la alienación del individuo, no tendrás nada, no aspiraras a nada, pero serás feliz, por aquello de que el que nada anhela, no puede decepcionarse.
Malos tiempos para la lírica, para el ahorro, para los valores tradicionales, las estructuras familiares, las tradiciones, el sosiego.
La sociedad se va haciendo blandita, vulnerable. Lo que antaño era normal, hoy es algo impensable.
Recordaba un apagón en Teruel, cuando yo era pequeño, que duró dos días. Confirmé este recuerdo, ya que con motivo de este último, lo pude leer, en el recordatorio de un periódico: el antiguo Lucha donde indicaban que en octubre de 1977, un corte de luz, dejó sin servicio durante 50 horas a la ciudad de Teruel. Creo que entonces lo llevamos bastante mejor. No se paró la ciudad, teníamos gas butano, velas, camping gas de todo tipo, no existía internet, ni los ordenadores lo controlaban todo. No había luz en el baño, el agua no subía a los pisos más alto y no recuerdo muchos más trastornos y era octubre. Comimos y desayunamos calientes, hubo clases, la gente fue a trabajar, apenas había semáforos, en definitiva, cierta, bastante, absoluta normalidad. No quiero ni pensar si ya estuviéramos en el euro digital, todos los coches fueran eléctricos y todos dependiéramos de un microchip par los accesos a nuestro trabajo. El KAOS.
A día de hoy, los motivos del apagón solo son diversas especulaciones. Explicaciones varias. Sánchez, mintiéndonos a la cara, como siempre, en este caso, sin necesidad, dicen algunos. Me quedo con : "No sabemos que ha pasado, pero no volverá a pasar más". Un brindis al sol en todo lo alto. Sinceramente, me la pela, me van a mentir de una u otra manera. Somos meros peleles, con capacidad de voto para mantenerles en sus corruptelas. Tela la corrupción del "sanchismo" y este nuevo PSOE de Ávalos y me temo que es la punta del iceberg.
Ya se atreven hasta con la misma UCO. Fontaneros, máquinas del fango y aquí todo el mundo mirando para otro lado. Vergüenza de gobierno, vergüenza de país, vergüenza de prensa pesebrista.
Acaba mayo florido, con mucha agua en los campos, muchas tormentas y poco calor. Llega junio y trae de la manita el verano. Como dice mi leído Ray Loriga: Cualquier verano es un final.