lunes, 1 de junio de 2009
Navega velero mío.
La radio no funciona.
El motor diesel se paró hace ya dos días.
No se manejar la vela, ni interpretar las cartas de navegación, ni utilizar o interpretar ninguno de los instrumentos del panel de mandos. ¡Qué demonios hago yo aquí!
Al fin y al cabo este barco fue un capricho de nuevo rico, nada más.
Una escusa para juntarnos los amigotes y corrernos buenas juergas en calas de acceso exclusivo.
Una manera de gritar al mundo que tenía dinero, al igual que el Jaguar que tengo aparcado en mi villa de 4000 metros.
Siempre he sido de impulsos, pero debía de habérmelo pensado antes de aceptar la apuesta de poder ir con mi barco hasta Tenerife.
¡No he navegado en mi vida!¡En qué estaría pensando!
No hice acopio de provisiones, ni de apenas agua.
Joerrrrr, ¡qué sueño!...me voy a dormir.
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