sábado, 28 de marzo de 2009

BENDITA HUMANIDAD.



Hace ya un tiempo... la verdad, ya unos cuantos años, Don Carlos, cura de una parroquia muy conocida de Zaragoza, nos contó una terrible vivencia, que tengo muy presente.
Nos habló de que en los momentos más terribles, de más desesperanza, siempre se abre paso un rayo de luz, una señal para rehacernos y seguir.
Contaba, que al poco tiempo de enterrar a su madre; muerte que para él fue muy, muy traumática, por la relación tan estrecha entre el cura y su madre; acudió al cementerio, pero se perdió, acabó no sabe muy bien donde, y al volver una esquina presenció una escena que le llenó de angustía y desesperanza, unos operarios estaban desenterrando una fosa, y uno de ellos, a modo de chanza, bailaba con uno de aquellos cadáveres momificados.
Don Carlos, cuenta, salió de allí despavorido, sin rumbo, con la terrible imágen golpeándole las sienes. Vio a su madre difunda, ¿si hay un Dios cómo puede permitir que una madre muera?¿que haya gente que no tenga ningún respeto a nada?¿cómo puede ser todo esto?...¡dudó de todo!
Pero cuando paró su carrera, sofocado, con la respiración entrecortada y se apoyó en un nicho, allí estaba escrito:
"Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. "
Esa inscripción, esa luz, le sirvió para reponerse, sacudirse las tinieblas que le envolvían y recuperar su temple y su fe.
Hoy, yo he vivido una anécdota, simple, simplona, comparada con esta experiencia de Don Carlos, pero que a mi me ha dado motivos para volver a creer en bondad humana, por encima de todo.
He vivido, yo y también gente de mi entorno y apreciada, unas situaciones últimamente imbuidas de "maldad", de incomprensión, de desesperanza, el lado siniestro de la humanidad se abría paso, pero hoy yo he tenido mi rayo de esperanza.
¡Y fíjate que ha sido una estupidez!... pero me ha sido revelador.
Esta mañana tenía que asistir a un curso al centro. He decidido, en lugar de ir en coche, dejar éste en mi garaje y acudir en autobús.
No tenía, suelto, pero llevaba un billete de 5 €, que está permitido como cambio máximo en el autobús, y más si tenemos en cuenta que el billete ordinario vale 0.95 €.
Ha pasado un autobús completo, me he esperado al siguiente.
Cuando he subido he entregado mi billete de 5 € al conductor, éste me ha preguntado si no tenía suelto, le he contestado que no.
Me ha dicho que si no, me tenía que dar los cambios en monedas de 5 centimos.
Bueno, si no hay más remedio, he respondido.
Pero tampoco había monedas porque según él era el primer sevicio.
Antes de acabar de hablar con él, un señor de mediana edad y una mujer se han prestado a pagarme el billete.
Claro me he sorprendido, he dicho que no se molestaran, pero han insistido y la mujer directamente me ha ticado en su abono.
Por supuesto, les he agradecido a ambos el detalle, sobre todo a ella.
Y me han alegrado el día.

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